¿Cómo garantizar que su negocio siga funcionando incluso después de un ataque?

Un plan de continuidad de negocio marca la diferencia entre una empresa que sobrevive y una que se paraliza ante un incidente. Contar con antivirus o copias de seguridad no es suficiente: cuando ocurre un fallo grave, lo que determina la supervivencia de una empresa es su capacidad para mantener activas las operaciones críticas, incluso bajo presión.

Muchas organizaciones confunden continuidad con prevención. Creen que, como nunca han sufrido un ataque o no tienen instaladas las herramientas básicas, no corren un riesgo significativo. El problema es que los fallos y los ataques no siguen un cronograma. Los servidores pueden dejar de estar disponibles, los proveedores pueden verse comprometidos y los sistemas pueden caer en momentos estratégicos. En estas situaciones, el impacto no es solo técnico: están en juego los clientes, los ingresos y la reputación.

Un plan de continuidad de negocio bien estructurado no elimina los fallos, pero garantiza que, incluso en situaciones de crisis, la empresa no pierda el control.

Por qué la continuidad es más importante que la prevención aislada

La prevención es necesaria, pero por sí sola no sustenta las operaciones. Es como tener extintores en un edificio: reducen el riesgo, pero no garantizan que la empresa siga operando en caso de incendio.

La seguridad digital sigue la misma lógica. Herramientas como firewalls, antivirus y copias de seguridad ayudan a prevenir incidentes o mitigar daños. Sin embargo, cuando se produce un ataque o una interrupción inesperada, lo que realmente importa es si la empresa puede seguir atendiendo a los clientes, procesando transacciones y manteniendo los servicios esenciales.

Sin un plan de continuidad, cualquier interrupción puede volverse crítica. La diferencia no radica solo en cuántas defensas se tienen implementadas, sino en cómo reacciona la empresa cuando estas se ven vulneradas.

Qué debe contener un plan de continuidad

Muchas empresas creen tener un plan de continuidad de negocio simplemente porque cuentan con rutinas de respaldo. Pero la continuidad de negocio abarca un ámbito más amplio. Un documento genérico que no define procesos ni responsabilidades probablemente no funcione en situaciones reales.
Para ser confiable, un plan debe cubrir varios puntos esenciales:

• Mapeo de procesos críticos: identificar qué operaciones son absolutamente imprescindibles.
• Definición de tiempos máximos de recuperación (RTO/RPO): establecer la rapidez con la que se deben restaurar los sistemas y la cantidad de pérdida de datos que se puede tolerar.
• Políticas de respaldo validadas periódicamente: las copias automáticas no son suficientes; es necesario comprobar si los datos se pueden restaurar.
• Responsabilidades asignadas para la respuesta y la comunicación: no hay tiempo para definir el liderazgo durante una crisis; esto debe estar predeterminado.
• Simulación de fallos e incidentes: solo un plan probado puede considerarse confiable.

Cada uno de estos elementos garantiza que, en caso de un ataque o fallo técnico, la empresa sepa qué hacer y con qué rapidez debe actuar. Un plan de continuidad no es sólo un documento: es un conjunto de medidas que deben integrarse en la rutina de la organización.

Servicios reactivos: cuando el plan no ha sido probado

Incluso las empresas que ya cuentan con un plan de continuidad de negocio se enfrentan a descubrimientos desagradables. A menudo, el documento nunca se ha probado y, en tiempos de crisis, presenta fallos en puntos básicos.

Aquí es donde entran en juego los servicios reactivos. Operan en situaciones donde la interrupción ya ha ocurrido, ofreciendo respuesta inmediata para la contención, la investigación y la recuperación. Los servicios reactivos no reemplazan la planificación, pero sí brindan soporte técnico en escenarios críticos.

La diferencia radica en contar con equipos familiarizados con los protocolos forenses y capaces de actuar metódicamente. Esto implica preservar la evidencia, identificar el origen del problema e implementar las medidas necesarias para una recuperación segura. Las empresas que confían en socios preparados para actuar reactivamente reducen el tiempo de inactividad y recuperan las operaciones con mayor control.

Un plan de continuidad de negocio ideal incluso anticipa cómo activar los servicios reactivos. Esta integración evita la improvisación y garantiza una respuesta rápida y estructurada.

Impactos de una interrupción mal gestionada

Cuando falla la continuidad, las consecuencias se multiplican. No se trata solo de estar desconectado durante unas horas: una interrupción puede poner en peligro toda la estrategia de una empresa.

Los clientes que no pueden usar el servicio migran a la competencia. Los contratos pueden rescindirse por incumplimiento de las cláusulas de disponibilidad. Las auditorías pueden generar multas millonarias si se demuestra que la empresa carecía de una estructura de continuidad.

Un sitio de comercio electrónico que permanece inactivo durante 24 horas durante un pico de demanda pierde ventas y reputación. Una fintech que no restablece los sistemas de pago a tiempo pone en peligro la confianza de inversores y clientes corporativos. Estos ejemplos muestran que las repercusiones de una interrupción mal gestionada se extienden mucho más allá del departamento de TI: afectan directamente a los departamentos de finanzas, marketing, legal y a toda la cadena de negocio.

Por lo tanto, considerar la continuidad significa considerar la supervivencia de la empresa en su conjunto.

Cómo STWBrasil estructura la resiliencia

STWBrasil desarrolla planes de continuidad alineados con estándares internacionales, como la norma ISO 22301, que establece criterios para los sistemas de gestión de la continuidad del negocio. Pero va más allá: integra esta planificación con servicios reactivos, garantizando que la empresa cuente no solo con prevención, sino también con una respuesta estructurada.

El proceso implica la identificación de procesos críticos, el establecimiento de métricas de recuperación, la documentación de responsabilidades y la realización de simulacros. La diferencia radica en el origen forense de la consultoría: cada recomendación se basa en evidencia técnica, lo que permite que el plan sea auditable y, al mismo tiempo, funcional en situaciones de crisis.

Esta integración garantiza que las operaciones no dependan únicamente de defensas preventivas. Si se produce un ataque o fallo grave, la empresa contará con la estructura para continuar operando y un equipo técnico preparado para restablecer el control.

Conclusión

Contar con herramientas de seguridad es importante, pero solo un plan de continuidad de negocio garantiza que las operaciones no se interrumpan ante un incidente. Más que un simple documento, debe construirse con base en procesos críticos, responsabilidades claras y pruebas periódicas. Y, si ocurre una falla no prevista en el plan, contar con servicios reactivos es lo que evita que la crisis se convierta en un colapso.

En STWBrasil, combinamos planificación y respuesta técnica en un enfoque que protege los datos y, sobre todo, garantiza la continuidad del negocio. Creamos estructuras resilientes para que pueda operar incluso bajo ataque o falla grave.

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